sábado, 18 de junio de 2016

Primitivas

En el gimnasio las mujeres endurecen sus gluteos y sus entrepiernas, los hombres hacen bíceps y dorsales. Como todo animal buscamos gustar y  atraer al sexo opuesto, todo ese sacrificio gimnástico es para eso y se camufla con un: "lo hago para sentirme bien", "es para estar saludable", etc, sí, también, pero primero lo otro.
Todos somos muy parecidos en esa animalidad sexual, por eso, largo con fuerza el aire mientras giro y levanto una mancuerna de seis kilos...
Queremos ser distintos y que nos quieran por nuestra "distintez" pero casi en todo somos iguales, hasta en querer ser distintos.
Ser distinto es trabajo, trabajo interno sobretodo, que empieza por reconocer nuestras miserias, primero a nosotros mismos y después reconocerlas ante los demás, y convivir y luchar contra esas miserias sin juzgarse, ni deprimirse, ni resignarse... 


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En la verdulería un niño de unos 3 años grita, le pega alaridos a la madre para que lo levante "UPPAAAAA....". Los presentes se miran por la conducta del niño que altera y silencia el ambiente. La indiferencia de la madre transmite un "ya se va a cansar". Pero es una apuesta perdida, el niño no se cansa y los gritos continuan seguidos de un alarido agudo y penetrante que solo Dios sabe cómo no lo deja afónico. Repudiamos a ese crío y a sus padres, creemos que no cumplen su rol de padres al no callar sus caprichos, los gritos dicen "UPA" pero piden límites que los padres no tienen los huevos de poner. El pequeño va a tener que poner sus propios límites, hacer el trabajo que deberían hacer los perezosos y cobardes padres, pero antes va a buscar esos límites con gritos desesperados diciendo UPA, u otra súplica pidiéndoles a esos cabrones que cumplan con su tarea.
En su ensueño, los padres siguen su ilusión moderna de bondad y cubren su debilidad con una moral poco pensada de no violencia y libertad. Son generadores de monstruos, la sociedad lo percibe y cuando el chico les suplica con alaridos que cumplan su rol, todos guardamos silencio y nos miramos en la verdulería. Muy adentro nuestro, sentimos que esa madre mono no esta criando bien a su cria.