viernes, 3 de marzo de 2017

Divorcios

Hoy hablé con un amigo que se acaba de divorciar. Dos hijos: 9 y 13 años. Estaba triste pero entero. Me cuenta que siente el cambio de la rutina y cómo, de repente, se encuentra haciendo tareas que antes hacía su esposa, como cepillar el pelo de su hija antes de salir al colegio. Me dice que duele, pero que es lo mejor ya que habían perdido la atracción, la magia, y las peleas eran cada vez más frecuentes y violentas.

Yo conozco lo que es una separación dolorosa, pero no una sepración dolorosa con hijos. Igual, arriesgo algunas frases de consuelo pero que las siento ciertas.
Le digo que se requiere valentía y energía para separarse después de tantos años. Energía para aguantar la alteración de la rutina, y valentía para aguantar la soledad, el dolor propio, y el de los hijos. Además, creo que esa energía refleja ganas de estar mejor, es abandonar la ignabia y apostar a un futuro incierto. Eso es típico de las mentes jóvenes.

En cuanto a los hijos, los padres pasan de darles lo peor de sí a darles lo mejor. De escuchar gritos e insultos, a compartir momentos esperados y valorados.
Pero es un fracaso -me dice-, fracasó el proyecto de familia que teníamos.
-¿Cómo evaluás el fracaso? ¿Por el resultado final? ¿El resultado final de una relación que, si se evalúa en el total de los años, tuvo más buenos momentos que malos?
La vida esta lejos de ser un cuento de hadas, esta mas cerca de lo que vos estás haciendo ahora: animarte a buscar un camino nuevo para ser mas feliz: vos, ella, y tus hijos. O sea, de vencer los miedos.

1 comentario:

  1. Siempre es mejor la honestidad, los hijos ven eso también, criarlos con la verdad, y no soportando faltas de respeto y malvivir, si ellos pueden ver que sus padres se muestran como son y con lo que sienten ya tienen un caudal importante para sus propias vidas, un abrazo Sergio y mucha fuerza para tu amigo!

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